Muchas veces utilizamos los términos ictus y derrame cerebral como si fueran lo mismo, pero… ¿realmente lo son?
¿Qué es un ictus?
Cuando hablamos de ictus, nos referimos a una interrupción repentina del flujo de sangre al cerebro. Esto puede suceder por dos motivos:
- Isquemia: es el caso más común, y ocurre cuando un coágulo obstruye una arteria que lleva sangre al cerebro. Nos lo podemos imaginar como si una tubería se atascara y el agua no pudiera pasar.
- Hemorragia cerebral: aquí es cuando se rompe una arteria y se produce un sangrado dentro del cerebro.
Ambas situaciones son muy graves, ya que las células del cerebro necesitan un suministro constante de oxígeno y nutrientes. Cuando esto se interrumpe, esas células comienzan a morirse, lo que puede provocar secuelas importantes.
¿Y qué es un derrame cerebral?
El término “derrame cerebral” se utiliza para referirse específicamente a la segunda causa que hemos mencionado antes: la hemorragia cerebral. En otras palabras, un derrame cerebral es un tipo de ictus que ocurre cuando hay un sangrado en el cerebro debido a la rotura de un vaso sanguíneo.
Por eso, aunque mucha gente usa ambos términos como sinónimos, en realidad no lo llegan a ser del todo. Un derrame cerebral es una forma de ictus, pero no todos los ictus son derrames.
¿Cómo reconocer un ictus?
Uno de los factores más importantes para minimizar las consecuencias de un ictus es saber reconocerlo a tiempo.
Existe una regla sencilla conocida como FAST (por sus siglas en inglés):
- F (face, rostro): ¿se le cae un lado de la cara al intentar sonreír?
- A (arms, brazos): ¿tiene dificultad para levantar un brazo o se le duerme uno de ellos?
- S (speech, habla): ¿le cuesta hablar o sus palabras no tienen sentido?
- T (time, tiempo): si notamos cualquiera de estos síntomas, debemos actuar rápidamente y llamar a emergencias.
Además de estos signos, también pueden aparecer otros síntomas como pérdida de visión, mareos o dolores de cabeza intensos.
¿Qué hacemos en caso de ictus o derrame cerebral?
Lo primero y lo más importante es buscar ayuda médica de inmediato. El tiempo es fundamental en estos casos, y cada minuto cuenta para reducir el daño que puede causar al cerebro.
Mientras llega la ayuda, es importante que:
- Mantengas a la persona lo más tranquila posible y en una posición cómoda, preferiblemente tumbada con la cabeza ligeramente elevada.
- No darle alimentos, agua ni medicamentos, ya que podría tener dificultades para tragar.
- Observar y anotar los síntomas y la hora en que comenzaron, ya que esta información será muy útil para los profesionales sanitarios.
¿Se puede prevenir?
Aunque no siempre podemos evitar completamente el riesgo, hay pequeñas cosas que podemos hacer para reducir las probabilidades de sufrir un ictus o derrame cerebral. Algunas de ellas son:
- Controlar la presión arterial: la hipertensión es una de las principales causas del ictus. Hacerse revisiones periódicas y mantenerla bajo control es importantísimo.
- Cuidar la alimentación: optar por una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales y grasas saludables (como las del aceite de oliva o los frutos secos), y evitar alimentos ultraprocesados y altos en sal o grasas trans.
- Mantener un peso saludable: el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo el ictus.
- Hacer ejercicio regularmente: actividades como caminar, nadar o practicar yoga ayudan a mantener el corazón y los vasos sanguíneos en buen estado.
- Evitar el tabaco: fumar daña las arterias y aumenta el riesgo de coágulos.
- Beber con moderación: el consumo excesivo de alcohol puede aumentar la presión arterial y el riesgo de ictus.
- Controlar otras condiciones médicas: la diabetes, el colesterol alto o problemas del corazón, como la fibrilación auricular.
Un ictus es un término general que abarca los derrames cerebrales y las obstrucciones de arterias por coágulos. Aunque puedan parecer complicados, lo más importante es que entendamos cómo reconocerlos y qué hacer si se presentan.
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